viernes, 2 de diciembre de 2016

REFLEXIÓN INDIVIDUAL: "NORMAS Y LÍMITES"

DIAGNÓSTICO Y ORIENTACIÓN PSICOPEDAGÓGICA
Grupo “Clave de Fa”: Cristina Cuesta Jiménez


Reflexión Individual: “Normas y Límites”

Los límites se traducen en normas que establecen un orden de funcionamiento. Quienes los mantienen, los padres, se convierten en figuras de autoridad para el niño. Asimilar y tener límites y normas es necesario, para que cualquier persona, sepa adaptarse y convivir en sociedad. 

Hacer de un niño un ser feliz, implica que se sienta seguro y protegido, y para ello es preciso que tenga límites.

Mantener las normas implica a veces decir “no”. Esto genera conflictos con los niños, pero el conflicto está presente en nuestra vida; por eso no hay que tenerle miedo, sino aprender a afrontarlo.

¿Qué son las normas y los límites?

Un límite le dice al niño: “Hasta aquí puedes llegar. Más allá, no”. La norma es la forma en que se traducen los límites en la práctica. Cada familia ha de establecer sus propias normas.

Los límites, proporcionan seguridad al niño para enfrentarse al mundo. Las normas marcan la organización necesaria para que una familia y, cualquier otra forma de convivencia funcionen. A través de las normas el pequeño aprende qué está permitido y qué está prohibido.

Los estilos de comunicación en la familia

La forma en que nos comunicamos en la familia es fundamental para establecer con éxito los límites y las normas.

Todas las cosas que hacemos en la vida se acompañan de comunicación.

Tener una buena comunicación en casa es fundamental para establecer una convivencia tranquila, feliz y sosegada.

La comunicación sirve para:
  •          Establecer contacto con las personas.
  •          Dar o recibir información.
  •          Expresar o comprender lo que pensamos.
  •          Transmitir nuestros sentimientos.
  •          Compartir o poner en común algo con alguien.
  •          Relacionarse.
Elementos que facilitan la comunicación

Los elementos que facilitan la comunicación, son tres, fundamentalmente: la escucha activa, la habilidad para motivar y la empatía y cuando se ponen en marcha aumentan la probabilidad de que el niño entienda lo que se desea de él. También consiguen que el pequeño se sienta escuchado.
  • La escucha activa: consiste en mantener una conducta que le dé a entender al niño que se está atendiendo a lo que dice, como mirarle a la cara, o colocarse a su altura para hablar con él.
  • La habilidad para motivar, también conocida como refuerzo social, aquí consiste en señalar al niño cuánto nos gusta comunicarnos con él, y mantener la atención sin dejar que nada nos distraiga. Es importante buscar el momento adecuado y hablar a menudo con los hijos.
  • La empatía está muy ligada a la habilidad para ponerse en el lugar del otro. Se trata de entender lo importante que son para el niño sus cosas, aunque para los adultos sean insignificantes. Los padres han de saber transmitir a sus hijos que lo suyo también es importante.

Si se quiere poner en marcha estos elementos facilitadores habrá que desarrollar habilidades como las siguientes:

  •    Dar información positiva.
  •    Emitir mensajes coherentes, que no den lugar a contradicciones.
  •    Expresar sentimientos positivos y negativos.  
  •    Crear un clima emocional, de cariño y respeto, que facilite la comunicación.
  •    Pedir y escuchar la opinión de los demás.

Cuando comunicamos un mensaje verbal, nuestras palabras van acompañadas de gestos, posturas, tono de voz, miradas y un sinfín de recursos que constituyen la comunicación no verbal. Es decir, combinamos el lenguaje verbal y el gestual. Este último es tan importante que, en caso de contradicción con lo que estamos diciendo, será la comunicación gestual la que se imponga como verdadera.

Los niños, que no dominan el lenguaje oral, son mucho más capaces de interpretar los mensajes no verbales.

¿Por qué es importante que el niño tenga límites?

Para que un niño sea feliz es fundamental que se sienta protegido. El sentimiento de protección, aparece si en casa se definen límites y si los padres son firmes y constantes en su mantenimiento. Cuando no existen normas ni límites claros, el pequeño puede volverse apático y pasivo o, por el contrario, irascible y tirano, actitudes en las que la inseguridad siempre está presente.

Los padres tienen que aprender a fijar límites justos. Igual que no es bueno quedarse cortos, tampoco lo es pasarse de estrictos y no permitir que los hijos puedan responsabilizarse de sus propios actos.

Todos los niños quieren y necesitan comprender las normas existentes en el medio que les rodea. Desean saber hasta dónde pueden llegar y qué pasa cuando rebasan esos límites.
A medidas que los niños van creciendo necesitan determinar cómo actuar en cada situación. Los límites desempeñan un importantísimo papel en el proceso de adaptación y descubrimiento de su medio.

Para aprender a comportarse de forma adecuada, los niños necesitan mensajes claros sobre las normas, sobre lo que se espera de ellos. Principalmente son los padres lo que pueden darles esta información.

Los limites no funciona cuando:
  • No se transmiten de forma clara.
  • Son contradictorios: el padre dice una cosa y la madre otra, o unas veces se permite algo y otras no.
  • No hay consecuencias, ya sean positivas o negativas.
  • Se pide al niño que haga algo que los padres no hacen. 
Lo realmente perjudicial para el desarrollo del niño es:
  • Establecer unos límites demasiados estrictos.
  • Fijar un número excesivo de normas.
  • No poner ningún tipo de límites a su comportamiento. 


Los niños no vienen con las normas sabidas de nacimiento. Aprenden a comportarse poco a poco, y los maestros en este proceso son los padres. Ellos tienen que enseñarles qué conductas son deseables y cuáles no, poniéndoles los limites adecuados a su edad, fijando las normas que rigen en su casa y transmitiéndoselas de las forma más clara y comprensible posible.

Tendemos tendencia a ser selectivos y fijarnos en lo negativo pasando por alto lo positivo, y si se trata de los niños/as, más. Es muy frecuente caer en el error de dar órdenes haciendo hincapié en comportamientos negativos.

Cuando marcamos las órdenes negativas estamos atendiendo a lo que no tiene que hacer el niño, pero no le decimos qué es lo adecuado.

Reflexión final

Existen muchas justificaciones para evitar decir que no a los niños y niñas: a veces por el miedo a no saber afrontar el conflicto; otras, por culpa del poco tiempo que pasamos con ellos; en ocasiones, simplemente por cansancio.

Cuando llegan los dos y tres años, los niños y niñas, que todavía no se saben expresar con palabras lo que le ocurre, soluciona cualquier contrariedad con rabietas las cuales muchas veces son muy desagradables. Se cede a caprichos que creemos insignificantes y, momentáneamente, nos sentimos aliviados.

Tras un tiempo premiando esta conducta, suele ocurrir que lo que antes eran caprichos ahora son exigencias, que vienen acompañados de reacciones cada vez peores a las negativas. A medio y corto plazo el niño ha aprendido que la estrategia de molestar mucho es válida para conseguir lo que quiere.

Si convertimos en costumbre el binomio llora – concedo nos encontraremos con que, a largo plazo, se generalizan este tipo de comportamientos.

Cuando ese niño sea adolescente, no se ha encontrado con el no y, por tanto, no sabe cómo se soluciona un conflicto. Por el contrario, tiene claro que, con determinadas conductas, muchas veces de tipo agresivo, consigue lo que quiere.

También podemos encontrarnos con un adolescente que no entiende lo que significa hacer un esfuerzo para lograr algo, puesto que todo lo que quiso de pequeño se lo dieron.

La adolescencia es una etapa en la que la fuerza de arrastre del grupo es mayor que cualquier otra. Es importante decir que no, pero hay que hacer aprendido antes a hacerlo.

Por eso lo que enseñamos a los niños/as en edades muy tempranas es importantísimo. Cualquier aprendizaje que no se da en el momento que corresponde es mucho más difícil de aprender con posterioridad. Por eso, no hay que tener miedo a la reacción de los niños y niñas cuando les decimos que no, porque así les enseñamos cómo lo pueden hacer el día de mañana. 

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